Texto base: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos…” – Hechos 1:8

 1. La promesa del Padre

Antes de ascender al cielo, Jesús les dijo a sus discípulos que esperaran en Jerusalén la promesa del Padre: el Espíritu Santo. Esta promesa no fue un simple símbolo, fue la provisión de poder divino para continuar la obra de Cristo en la tierra.

“Y he aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros…” – Lucas 24:49

Dios no nos dejó solos; el Espíritu Santo es la presencia misma de Dios en nosotros.

 2. El cumplimiento en Pentecostés

El día de Pentecostés (50 días después de la resurrección), estaban todos unánimes orando cuando de repente vino del cielo un estruendo. El Espíritu Santo descendió y llenó a todos los que estaban allí.

“Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” – Hechos 2:4

El Espíritu no vino solo como experiencia emocional, sino con un propósito claro: empoderar a la iglesia para ser testigo de Jesús al mundo entero.

3. El propósito del Espíritu: Ser testigos

Pentecostés no es solo una fecha histórica, es una realidad que continúa hoy. Cada creyente lleno del Espíritu Santo está llamado a:

• Compartir el evangelio con denuedo.
  
• Vivir una vida de santidad.
  
• Operar en los dones espirituales.
  
• Edificar la iglesia y transformar el mundo.
  

No somos una iglesia débil; somos una iglesia llena del poder del Espíritu.

 4. ¿Qué significa Pentecostés para ti hoy?

Pentecostés te recuerda que no tienes que vivir en tus propias fuerzas. Dios te ha dado el Espíritu Santo para fortalecerte, guiarte, consolarte y usarte para su gloria.

“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu…” – Zacarías 4:6

 Oración

Señor, gracias por el regalo de tu Espíritu Santo. Así como llenaste a tus discípulos en Pentecostés, lléname hoy. Quiero ser tu testigo, vivir guiado por tu Espíritu y cumplir tu propósito. Aviva en mí tu fuego, Señor. Amén.