Siempre doy gracias a Dios por ustedes, pues él, en Cristo Jesús, les ha dado su gracia.
(1 Corintios 1:4)
En este versículo podemos percibir la preocupación del apóstol Pablo de motivar a sus hermanos en la fe. La iglesia de Corinto pasaba por problemas, pero la postura de Pablo fue sorprendente: él comienza la epístola dando gracias a Dios por la vida de los hermanos de aquella región.
Pablo tenía un corazón agradecido, pues sabía que Jesús murió también por ellos. Si Dios derramó su gracia sobre ellos, ¿cómo no continuar siendo un canal de bendición para la edificación de los hermanos?
El apóstol comprendía que toda buena semilla necesita cuidados: debe ser regada y podada para que dé fruto. A pesar de las faltas de los hermanos en Corinto, Pablo entendía que para «podar» era necesario que la semilla brotara y tomara forma. Cuidar no es solo exhortar. Es importante también agradecer.
Edifica la fe de tu hermano
- Busca edificar la fe de tu hermano a través de la Palabra de Dios. Comparte el alimento esencial para la fe.
- Exhorta cuando sea necesario, pero regocíjate también con las victorias de tu hermano.
- Dedica un tiempo de tu día para interceder por tus hermanos en la fe. Eso será de beneficio tanto para ellos como para ti.
Para orar:
Señor Jesús, quiero dar gracias por la vida de (nombre de tu hermano). Tu gracia lo alcanzó y te doy gracias a ti por esa dádiva. Que tu presencia sea aún mayor en su vida. En el nombre de Jesús, amén.
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